El colombiano,
flamante incorporación, ya se entrenó esta mañana con el plantel. Este fichaje
es muy cuestionado por varios sectores, dado el pasado reciente del ex Racing. El
grana no solo incorpora a uno de los goleadores del fútbol argentino, sino
también a un posible problema a futuro.
Por
Ignacio Altrui
La
era Nicolás Russo como presidente de Lanús se caracterizó por incorporar a
varios jugadores de renombre como Mario Regueiro, Mauro Camoranesi, Mariano
Pavone y el regreso de Diego Valeri. Ahora, el jugador que llegó fue el polémico
Teófilo Gutiérrez, desterrado de Racing por sus reiteradas faltas de carácter
indisciplinado. La última y que marcó su punto final en La Academia fue la
amenaza a sus compañeros con un arma (no se sabe fue de verdad o de aire
comprimido).
Llegó
para jugar la Copa Libertadores, torneo que desvela a toda la ciudad. Pero la
pregunta surge es: ¿Qué consecuencias puede traer su incorporación?
“Teo”,
como le gusta ser nombrado, era hasta hace poco tiempo el jugador que nadie
quería enfrentar, pero todos querían tener en su equipo. Hoy estas variantes se
invirtieron. De todas formas, Lanús rompió el molde y lo fichó. Una de las
razones por la cual es arriesgado tenerlo es por su pasado reciente. Sufrió
varias expulsiones, se peleó con sus compañeros de plantel (principalmente con
Sebastián Saja) y posteriormente fue expulsado de Racing, dado que su situación
en el grupo se tornó insostenible. Poco después de llegar a Avellaneda, tuvo en
un entrenamiento un cruce de puños con Mauricio Dobler, el tercer arquero.
Asimismo
los inconvenientes no sólo son recientes y con sus ex compañeros de Racing. En
el año 2010 emigró del fútbol colombiano al turco donde jugó en el Trabzonspor.
Allí también tuvo inconvenientes disciplinarios y su relación terminó cuando se
negó a volver a ese país luego de un partido con su selección. Esa falta de pertenencia
por el club que juega se reflejó nuevamente en la academia. En ese momento llegó
tres días después de lo previsto y participó de un encuentro clave para el
entonces equipo de Diego Simeone.
Por
otro lado, la relación entre el plantel granate y Gutiérrez no es buena. No hay
que olvidarse lo que ocurrió la última vez que ambos conjuntos se enfrentaron
entre sí. En ese momento el colombiano le pegó sin pelota a Paolo Goltz, luego
cargó a Agustín Marchesín tras marcarle un gol y simuló una patada de Carlos
Izquierdoz que trajo como consecuencia la expulsión del defensor. Una vez
finalizado el encuentro el arquero del grana declaró que “Teo como persona deja
mucho que desear”.
Además
se pone en juego el prestigio del club. Lanús está categorizado (con razón)
como una institución seria, ordenada y alejada de los problemas que tienen la
mayoría de los equipos del fútbol argentino. Es por eso que la llegada de un
jugador con estos antecedentes pone en riesgo el status logrado con años de
trabajo y esfuerzo.
Seguramente,
lo positivo de su arribo es el aporte que le puede dar a la ofensiva. Son
sabidas y reconocidas por colegas, periodistas e hinchas sus condiciones como
delantero. Además la dirigencia supo remendar su error de principio de año,
cuando dejó ir a Santiago Salcedo y Leandro Díaz, dejando a Pavone sin un
suplente natural.
Para
que esto funcione, el plantel deberá abandonar sus prejuicios y opiniones
fundamentadas sobre el jugador, y el colombiano tendrá que revertir su
comportamiento dentro y fuera de la cancha. Se tendrá que priorizar el
beneficio del club y sus objetivos por sobre los nombres. Queda claro que la
incorporación de Teófilo Gutiérrez es una apuesta y como tal se corre un
riesgo. Solo el tiempo dirá si valió o no la pena.