El fútbol argentino es uno de los más parejos del mundo. Más allá de que en este torneo, Boca haya obtenido una diferencia abismal con el resto, la paridad de los últimos años en indiscutible. Cualquiera le puede ganar a cualquiera. Y es por eso que hay que respetar a todos los rivales. Desde el puntero hasta el último. Cada partido hay que planificarlo de una manera distinta. Pero hay otros que van más allá de lo futbolístico. Que, si bien obviamente no hay que dejarlo de lado, deja de ser tan importante la táctica o los apellidos del equipo de enfrente. Estos son partidos para jugar con la cabeza, sí, pero principalmente con el corazón. Con amor propio. Son encuentros de 90 minutos para dejar el alma. Aquellos que el hincha siempre soño con jugar. Hoy es uno de esos partidos.
El campeonato no pudo ser. Ya se perdió y también se asimiló. Se sufrió una racha negativa de seis partidos sin poder conseguir la victoria, pero afortunadamente se cortó en la última jornada. Ahora el objetivo de la clasificación a la Copa Libertadores 2012, parece ya estar en el bolsillo, pero el ganar esta tarde sería fundamental, ya que se estiraría dos puntos más la ventaja con Independiente. Pero todo esto hoy puede ser dejado de lado. Porque cuando comience a girar la pelota no va a importar si es un partido decisivo por el título, el descenso o por nada. Porque a Banfield hay que ganarle. Siempre. Como sea. Y los jugadores, este gran plantel que se conformó para afrontar la temporada, lo sabe.
Gabriel Schurrer se juega mucho. Muchos hinchas lo criticaron a lo largo del campeonato ante resultados adversos y decisiones polémicas. En la semana fue nuevamente blanco de insultos y enojos, a partir de una declaración sacada de contexto con respecto a este partido. Para el entrenador, el resultado de hoy no es definitorio para nada, pero sí fundamental, ya que puede ser un nuevo punto de partida donde comenzar a edificar, o un importantísimo golpe. Conocedor de todo esto, optó por realizar un solo cambio con respecto al último encuentro: el retorno, tras su expulsión, de Carlos Izquierdoz en reemplazo de Diego Braghieri. Es por eso que los once serán Marchesín; Araujo, Goltz, Izquierdoz, Balbi; Ledesma, Fritzler, Pizarro; Valeri, Regueiro; Pavone. Será el primer clásico para el ex delantero de Estudiantes y River.
Por su parte, el conjunto local tiene todo definido. Para Banfield este partido es el año. Ganarlo representaría la única alegría en este semestre, y la posibilidad de salir del último lugar en la tabla de posiciones. En caso de perderlo, recibiría otro gran golpe, el primero realmente importante desde que está Ricardo La Volpe. El ex entrenador de la Selección de México decidió que la formación sea con Luchetti; Toledo, Delfino, López, Bustamante, Tagliaficco; Quinteros, Carboni, Eluchans; Gómez, Ferreyra. Un 5-3-2 que apuesta a la solidez defensiva y el contraataque rápido.El árbitro será Sergio Pezzotta, quién dirigirá por quinta vez este clásico. Los datos son alentadores, porque en los cuatro anteriores, Lanús está invicto, con tres empates y una victoria. Que se siga estirando la racha.
Mauro Spinassi
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